Concentración y excitación sexual

Si una cosa tenemos muy clara a la hora de disfrutar del sexo, es que debemos estar concentrados en lo que hacemos cuando estamos en el "ajo". Si no es así, el placer se ve muy reducido, mermado, llegando incluso a traducirse en fracaso sexual y frustración.

Concentración y excitación sexual

Tanto el cuerpo como la mente han de mantener una buena sinergia durante las relaciones para poder alcanzar cotas de placer inolvidables, que nos eleven al séptimo cielo y que no queramos bajar de él.

Si la psique no está concentrada en el sexo, si no está centrada en la experiencia sexual, en lo que se está haciendo, no nos llegan al cerebro las señales eróticas que transportan nuestros sentidos. Si la mente está distraída y piensa en las cortinas, en la cena, en cualquier cosa menos en lo que está pasando, la excitación se va como por arte de magia y se llega a no sentir nada excitante. Con lo cual, el acto se convierte en fracaso.

Debemos respirar hondo, dejar la mente en blanco y dejarnos llevar por lo que está pasando. La mente es la encargada de hacernos sentir el máximo placer, del mismo modo que si no se utiliza correctamente, también nos puede llevar a la excitación sexual por el camino de la amargura.

Esto es más entendible con la siguiente cuestión: ¿Verdad que a veces nos excitamos mirando o imaginando personas o cosas sin haber roce físico y sin embargo, también podemos permanecer impasibles ante una caricia o estímulo en nuestras zonas erógenas? No hay más, el placer es casi en su totalidad algo mental.

Es muy importante el abandonarnos a lo que está pasando. Olvidar el resto. Los problemas, las deudas, el trabajo, los estudios, los vecinos... la tranquilidad es la premisa básica, la regla de oro de la excitación sexual, tanto en soledad como compartida.

Para acercarnos a este punto tan aparentemente fácil, es necesario llevar a cabo juegos de focalización sensorial. ¿Esto qué es? Un ejemplo muy claro de estos ejercicios es el de tapar con un pañuelo los ojos de la otra persona y mantener alertas el resto de sentidos. O bien practicar un masaje erótico, las manos, la lengua... desbocarán el deseo hacia los genitales, un importante camino que por fin habrá sido andado.

En el sexo hay que ser creativo e ir con un previo guión mental de fantasías para darles rienda a suelta durante la relación, mentalmente y compartiéndolas con la pareja. Esta liberación es el camino del placer. Los problemas se olvidan, el resto de asuntos no referentes al sexo quedan en un segundo plano, y la comunicación en pareja se vuelve mucho más fluida y el pensamiento libre.